En la Tierra a viernes, 19 abril, 2024

La actividad social del 70% de los pacientes con urticaria crónica se ve afectada por la enfermedad

La urticaria crónica es una enfermedad autoinmunitaria que afecta a la piel y las mucosas, y en la actualidad no está considerada como una enfermedad alérgica. Sus manifestaciones consisten en la aparición prácticamente diaria de habones o ronchas por todo el cuerpo, en ocasiones acompañadas de angioedema, que consiste en una hinchazón de zonas laxas de la piel como labios o párpados.

Tal y como explica la doctora Lys Herráez, presidenta del Comité de Alergia Cutánea de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), “los síntomas tan visibles de esta patología y el picor continuo de la piel afectan mucho a la calidad de vida de quienes la sufren”.

Según el informe Alergológica, de todas las patologías vistas por el alergólogo, la urticaria es la enfermedad con mayor impacto en la calidad de vida y la que requiere más visitas a los servicios de urgencias. En esta misma línea, una encuesta desarrollada por la Asociación de Afectados de Urticaria Crónica (AAUC) ilustra con datos los efectos negativos, físicos y emocionales de la urticaria crónica: el 73% de los afectados cancela su participación en actos sociales, más del 70% se siente limitado en sus relaciones sexuales, y uno de cada cuatro falta al trabajo casi una vez al mes.

“Nuestra calidad de vida se ve deteriorada en muchos sentidos. Se trata de una enfermedad que no te deja tener una vida normal”, comenta Meritxell Cortada, presidenta de la AUUC. “Por ejemplo, hay noches en las que el picor y el malestar te despiertan y no te dejan dormir, o al comprar ropa hay que fijarse en el roce los tejidos y etiquetas”. 

Doble desafío

La urticaria crónica no está considerada en la actualidad como una enfermedad alérgica. Casi nunca está causada por una sensibilización o una reacción de hipersensibilidad a alérgenos ambientales como el polen, los hongos, los ácaros del polvo o los epitelios de animales. Por tanto, las pruebas de alergia y los análisis de laboratorio normalmente empleados en estos diagnósticos no serán útiles para los casos de urticaria.

“Muchos de los afectados por urticaria crónica empezamos nuestra andadura por la enfermedad creyendo que tenemos una alergia. Es totalmente lógico, porque gran parte de la sintomatología de la urticaria crónica es parecida a la de una alergia (habones, picor…). Es por eso, que nos resulta sencillo ponernos en la piel de todas las personas que sufren alergia y empatizar con su enfermedad”, añade la paciente.

“Las causas que la provocan son difíciles de determinar y su diagnóstico no siempre resulta fácil, lo cual supone un desafío tanto para para el clínico como para el propio paciente”, asegura el doctor Antonio Valero, presidente electo de la SEAIC.

La prevalencia de la urticaria crónica espontánea en España se estima entre un 0,5 y 1 por ciento de la población general, pero aproximadamente un 20 por ciento de la población ha padecido en algún momento algún episodio espontáneo de urticaria y, por eso, “es importante incorporar nuevos abordajes terapéuticos que permitan al paciente recuperar su calidad de vida”, insiste el alergólogo. Tal y como detalla la doctora Herráez, “la urticaria crónica es una enfermedad difícil de controlar en algunos casos. Requiere encontrar el tratamiento más idóneo para cada paciente, y es frecuente que no sea eficaz en el primer intento”

Se han establecido nuevas estrategias terapéuticas con los fármacos que ya disponíamos y han aparecido nuevos tratamientos basados en anticuerpos monoclonales que permiten controlar de forma más adecuada esta enfermedad. “Aunque el tratamiento de elección suele ser el uso de antihistamínicos en las dosis recomendadas, e incluso incrementadas, a veces la respuesta no es aceptable, y existe un grupo de pacientes que continúa manifestando síntomas y signos de la enfermedad.

Los especialistas deben facilitar nuevas alternativas de tratamiento a los pacientes cuando los antihistamínicos no funcionan”, concluye el doctor Valero. En este sentido, Omalizumab es el único anticuerpo monoclonal con indicación aprobada para urticaria crónica, situándose en este momento en el segundo escalón de tratamiento, tras los antihistamínicos, desbancando así al uso crónico de corticosteroides.

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