En la Tierra a lunes, noviembre 11, 2024

Lucía Méndez, la oveja descarriada de ‘El Mundo’: así le ha plantado cara a la nueva deriva del periódico

31 años después de su lanzamiento, El Mundo es un periódico totalmente diferente al que idearon Alfonso de Salas, Pedro J. Ramírez, Balbino Fraga y Juan González. Pese a todos los cambios que ha experimentado a lo largo de estas tres décadas, parte de la esencia inicial de la publicación se mantiene gracias a periodistas como Lucía Méndez. La comunicadora es una de las pocas integrantes de la plantilla que se mantienen desde la fundación del diario, lo que le ha otorgado un status especial dentro de la redacción.

Parte del prestigio de Méndez reside en su carácter siempre reivindicativo y en su constante lucha por dignificar una profesión que tiende a pecar de corporativismo y clientelismo. Su espíritu crítico y su capacidad para mostrarse abiertamente disconforme con el proceder del medio en el que trabaja le ha llevado a convertirse en ‘la oveja descarriada de El Mundo, una etiqueta que se ha acrecentado con sus recientes posicionamientos en temas como el anuncio de Hazte Oír que el diario público en pleno 8-M o el editorial que pedía la abstención de los diputados socialistas en la investidura de Pedro Sánchez.

La última polémica llegó el pasado jueves de la mano de un artículo en el que El Mundo desglosaba la carrera de Ana Pastor bajo un prisma notablemente machista. La publicación del texto, que vinculaba la trayectoria profesional de la presentadora de laSexta con su relación con Antonio García Ferreras, suscitó múltiples críticas en Twitter. Una de las voces que se alzó para condenar el texto fue la de Lucía Méndez, que con un escueto pero contundente “sí” secundaba el “asco” que le provocó la noticia a Pastor.{wbamp-show start}

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Pero la indignación de la redactora jefa de El Mundo no quedó ahí: además de retwittear mensajes de Juanma Romero, Isabel Morillo, María Llapart o Vicente Lozano en los que se afeaba la decisión del diario de Unidad Editorial de publicar dicho artículo, Méndez también quiso hacer especial hincapié en el concepto “becaria en chanclas de Ferreras”. “He conocido yo becarios -os- con chanclas que llegaron a subdirectores y hasta a directores adjuntos. A director ya no me atrevo a decir porque no lo tengo confirmado y sería poco riguroso. Increíble, ¿eh? A ver cuándo una crónica de becarios con chanclas”, aseveró.

Se trata de la segunda vez que Lucía Méndez desaprueba públicamente alguna decisión de su periódico en este arranque de año. La anterior llegó de la mano de un editorial en el que El Mundo rogaba a los diputados del PSOE que se abstuvieran durante la votación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. “Da vergüenza que los periodistas replique por aquí el debate partidario con idénticas consignas y que se frivolice con el ‘tamayazo’, una conducta inmoral. Tampoco es de recibo decir que los diputados que voten a Sánchez son indignos. La democracia es algo más que una palabra”, afirmó, mostrándose cada vez más distante de la nueva deriva que Jorge Bustos y Francisco Rosell le han otorgado al diario.

Méndez tampoco tuvo reparos a la hora de condenar la decisión de El Mundo de publicar un anuncio de Hazte Oír el pasado 8 de marzo en el que, a toda página, la organización cristiana negaba la existencia de la violencia machista bajo el eslogan “no es violencia de género, es violencia doméstica. Las leyes de género discriminan al hombre”. Con un escueto “vergüenza es la palabra”, la comunicadora dejó clara su postura ante la decisión de dar espacio a una asociación de este calibre en un día tan señalado.

Otra de las muestras de indignación de Lucía Méndez contra la publicación de la que forma parte desde hace más de 30 años llegó con el inicio de la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid. Aprovechando el evento, Endesa compró las portadas de los principales periódicos generalistas para intentar blanquear su imagen y mostrarse como una compañía ecológica pese a que es la multinacional más contaminante de España.

En aquella ocasión, la zamorana intentó comprender la jugada aunque aseguró que le parecía un movimiento escalofriante que denota el frágil momento que atraviesa la prensa española: “Una empresa compra la primera página de los diarios nacionales para ocuparla con su publicidad. No son momentos para dar lecciones sobre ética y moral en el periodismo. El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra. Pero no acabo de acostumbrarme a verlo sin escalofríos”.

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