En plena negociación del contrato programa de Telemadrid para los próximos tres años, la Comunidad de Madrid se plantea recortar el presupuesto del ente público ante la escasa audiencia de la cadena.
Las decisiones de su director general, José Pablo López, de contratar programas con productoras afines, no ha revertido en más audiencia ni en más influencia. De hecho, la cadena pública es residual entre sus competidoras.
Ayuso pretende mantener la plantilla y diseñar un presupuesto sostenible, pero no dedicar más dinero público a programas que no tienen retorno, lo que frustraría las aspiraciones de López de seguir pagando programas sin audiencia pero que podrían reportarle importantes favores profesionales a futuro.
Consciente de la que se le avecina, el directivo ha pedido árnica a su escudero Aguado, que ha intentado, con poco éxito, armar un rifirrafe político en torno al contrato-programa de la cadena, que se negocia en estos momentos.
El de Ciudadanos ha montado su manido show otorgándose el papel de defensor de la libertad de expresión y cargando contra sus socios de gobierno y los populares, en general.
Apropiándose del giro de la cadena a Tele-Cifu, el naranja ha pretendido, sin lograrlo una vez más, ser el guardián de las esencias pluralistas. Queremos decir de las suyas propias ya que es la única cadena que da sus matracas día sí y día no. No nos extraña, por tanto, que los espectadores cambien de canal.
Obedeciendo las órdenes del que cuida de su imagen en Telemadrid, se ha pronunciado en contra de recortes en el presupuesto y ha hecho un alegato, con frases de político de BUP, de los profesionales de la cadena. La obvia demagogia no merece ni unas comillas. Sus propuestas al agujero sin fondo provocado por López, sí, pero no las conocemos.
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