Líder absoluto, El Hormiguero se apuntó un nuevo tanto con Almeida, y el alcalde un refrendo a su popularidad. Desde que comenzó la pandemia, el regidor ha ido ganando adeptos por su manera de gestionar la crisis y su talante dialogante. El político analizó con Pablo Motos los difíciles momentos que ha vivido Madrid desde entonces y sacó su sentido del humor en muchos momentos. El presentador le preguntó. “¿Te importa que nos tomen la estatura?”, a lo que el portavoz del PP respondió con guasa “gano yo, seguro”, para someterse posteriormente a la medición. No faltaron las referencias a su mote más generalizado: “carapolla”, que el político encajó con deportividad, así como a su soltería y a los elogios de gran parte de la oposición.
Rápido y ocurrente, Almeida opinó de la actualidad nacional y los problemas que acosan a su partido y, como no, de su afición por el Atlético de Madrid, muletilla recurrente del político cuando de cambiar de asunto se trata. No fue el caso en su intervención en El Hormiguero, que se apuntó con él la cuarta mejor cuota de su historia.
En el PP le admiran, pero no dejan de acecharle de cerca. La dirección del partido recela de su popularidad y de la magnífica posición que le da ser alcalde de Madrid para promocionarse. Saben que, si da la batalla, primero para liderar la formación en Madrid y después para objetivos mayores, puede ganar. Pero Almeida es listo y sabe mantener el equilibrio entre dejarse querer y dejarse ver. Su baza es la socarronería y no mojarse demasiado. Seguro que, ante las felicitaciones por su intervención en el programa, se habrá hecho el modesto.
Vamos, lo que viene siendo ya “un Almeida”.
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