El estrés del conductor puede manifestarse a través de respuestas fisiológicas, mediante un incremento en la tasa cardiaca y de la presión sanguínea; sentientos como la frustración, ansiedad y preocupación, y reacciones conductuales como la agresión.
Son reacciones emocionales que pueden estar ocasionadas las propias situaciones de conducción, pero también problemas personales, laborales o familiares que, pueden generar más estrés para el conductor cuando se sienta al volante.
Incluso las pequeñas molestias que experentamos a diario, y que no somos capaces de solucionar de modo efectivo, pueden generar estrés a la hora de conducir. Estos conflictos no resueltos pueden activarnos, deprirnos, distraernos o fatigarnos. Emociones como el enfado, experentadas frecuentemente durante la conducción, constituyen una fuente frecuente de estrés que contribuye a la conducción agresiva y antisocial. Existe una clara relación entre alteraciones de la vida personal del conductor e plicación en accidentes. Así, ejemplo, se ha encontrado que muchos conductores muertos en accidentes de tráfico habían experentado niveles significativos de estrés durante las veinticuatro horas anteriores al accidente. Entre los factores que generan estrés y que llevan a valorar de forma negativa las situaciones de tráfico se encuentran el mal estado de las vías, las condiciones clatológicas adversas y la congestión del tráfico.
Finalmente, el estrés puede ser provocado tanto un exceso de estulación, como ocurre ejemplo en las carreteras con muchas curvas, en una autopista muy transitada vehículos que conducen a alta velocidad, o cuando nos encontramos con conductores agresivos, como la ausencia de estulación, como suele ocurrir cuando viajamos una carretera muy conocida o realizamos un trayecto rutinario para ir o venir del trabajo o cuando conducos durante períodos de tiempo prolongados o carreteras largas y rectas.
Existen marcadas diferencias individuales entre los conductores tanto en la vulnerabilidad como en su habilidad para afrontar los conflictos personales y las situaciones difíciles. Con todo, resulta obvio que las estrategias inadecuadas de afrontamiento hacen a la persona aún más vulnerable al estrés. Estas conductas y actitudes antisociales pueden ser resultado de la ausencia de habilidades adecuadas para hacer frente a los diversos estresares que surgen en la vida diaria. Los conductores con mayor riesgo de accidente suelen ser jóvenes varones hostiles y agresivos, que consumen alcohol, sin habilidades adecuadas para afrontar el estrés y escasa tolerancia a la frustración. Es probable que estos conductores experenten el estrés como una pérdida de control personal y crean que el alcohol, los vehículos o ambas cosas sean medios adecuados para disminuir la tensión. Esta creencia puede dar lugar a conductas de riesgo en la conducción y una mayor probabilidad de cometer infracciones y sufrir accidentes.
Se ha demostrado que muchos conductores antisociales disponen de habilidades de afrontamiento inadecuadas. En estos casos, la conducta antisocial constituye la estrategia preferida, y en algunos casos la única, para afrontar el estrés.
D. Roberto Durán Romero
Vocal del área de Psicología del Tráfico y de la Seguridad del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid)
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