El gran negocio de España es la construcción. Tú compras unos terrenitos rústicos y si consigues que los recalifiquen ya eres un hombre rico. Compras cien y vendes cien mil. No extraña que los universitarios que antes estudiaban derecho ahora se inclinen el urbanismo.
Un campeón del pelotazo urbanístico me contaba anoche su sistema inaudito: “Cuando llegué a Villaviciosa y compré 3 millones de metros cuadrados rústicos comenzó mi peripecia. La recalificación y la aprobación de mis proyectos tenían que ser aprobados pro el Ayuntamiento y la mayoría de los votos. Muy pronto me di cuenta que el mundo de la construcción lo dominaban los familiares del señor alcalde. Entonces pensé que había que ganar la alcaldía y busqué los elementos necesarios para crear un partido político que compitiese con el PP y el PSOE. La operación me costó diez millones de pesetas, pero en las elecciones mi “RD” casi gana, pues sacó cinco concejales. Con esos votos me hice el amo y en los Plenos se aprobaba lo que yo quería. El señor alcalde, que sólo tenía dos votos, se me puso de rodillas y despachaba conmigo en un restaurante de Madrid. Allí se aprobaron todos mis proyectos. Así es la democracia y así funciona este país”