Juan Luis Cebrián era entrevistado anoche por Jordi Évole en Salvados. El objetivo era hablar de su libro y cumplió sus objetivos con creces. El Presidente Ejecutivo de Prisa no se salió del guión pese a la insistencia del entrevistador y puso en marcha una batería de excusas y justificaciones que dejaron a más de alguno muy sorprendido. Quienes llevan mucho tiempo en el sector no daban crédito a los pretextos de Cebrián. Y es que a ojos de cualquiera que no conociese cómo funcionan los medios de comunicación, hemos visto a un Juan Luis que se entera por la prensa de la línea editorial de su periódico, que come con políticos y empresarios, pero sin afectar la objetividad de sus medios de Comunicación y que nada tiene que ver con las campañas de El País contra determinados políticos como Pedro Sánchez.
Vamos, un periodista reconvertido en empresario que gestiona su compañía de medios de Comunicación porque se siente con la responsabilidad de sacarla a flote y que cree que la censura en su diario no existe, y que si existe algún episodio de este tipo, es mera culpa de sus redactores (ni siquiera de su director que tiene en su poder el control absoluto de la línea editorial de la cabecera) que se autocensuran, o en su defecto de los confidenciales que les llenan las cabezas de rumores y mentiras. Una versión un tanto idílica de su influencia en el periodismo y en la sociedad de los últimos treinta años, y desde luego una historia edulcorada en la que él no tiene la culpa de nada. Cebrián descarga todo el peso de lo que se publica en El País en Antonio Caño, incluso el incendiario editorial contra Pedro Sánchez que gatilló su salida de la secretaría general del PSOE. Y es que en un ejercicio de cinismo supremo, el Presidente Ejecutivo de Prisa llegó a decir que le parecía que a este texto le sobraban adjetivos. Y nos preguntamos ¿acaso Cebrián no vio el editorial antes de ser publicado? ¿Es posible que sabiendo lo que buscaba ese editorial, el presidente de Prisa no hubiese al menos estado enterado de que esto se iba a publicar? Pues probablemente no, a pesar de que Cebrián lo niegue todo.
En definitiva, Cebrián nuevamente ha quedado retratado como un personaje que no reconoce errores y que intenta disfrazar su verdadera influencia en la vida política y mediática en España. Lo dicho. Cebrián solo utilizó la entrevista para vender sus memorias. Veremos si lo consigue.
