¿Qué periodista castellanoleonesa no ha sido capaz de encajar su mandíbula a pesar de haber pasado ya tres días desde que, en el autobús de vuelta de un popular congreso de informadores sanitario, se le acercara una periodista con la que había intercambiado anteriormente apenas dos palabras y le “informase” de que esa noche la quería pasar en su casa porque no le apetecía coger otro autobús hasta Valencia ni pagar un hotel?