En la Tierra a viernes, 26 abril, 2024

¿De verdad existe una nueva prótesis robótica con sentido del tacto?

Una de las ciencias que más está aprovechando las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías es la medicina protésica y, en concreto, la ortopédica. Si hace unos años cualquier persona amputada o con malformación genética trataba de ocultar el brazo o la pierna artificial que le había sido colocada para lograr cierto equilibrio estético, ahora muchos se enorgullecen de llevarlas y lucen diseños exclusivos como si se tratase de un complemento de moda más. Y es que, la impresión 3D ha abierto un sinfín de posibilidades en un mundo que siempre ha estado rodeado de estigmas.

La robótica no se ha quedado atrás. Los investigadores han dejado de conformarse con lograr ese equilibrio estético que intenta solventar el devastador impacto funcional, psicológico, económico y social que tiene la pérdida o amputación de uno de los miembros. Ya ni siquiera se sienten satisfechos con prótesis robóticas que se acerquen a la destreza de la que está provista la mano humana llevando a cabo órdenes motoras complejas. El último avance de proporciones estratosféricas ha sido una prótesis que provoca sensaciones conscientes. Lo han conseguido la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) y los Laboratorios de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins en los Estados Unidos.

Se trata de una nueva mano robótica que, en lugar en lugar de ser controlada por los músculos cercanos al muñón del brazo, se conecta directamente en el cerebro permitiendo que el paciente pueda sentir lo que toca casi con tanta exactitud como si se tratase de un brazo de carne y hueso. Y esto se consigue gracias a la conexión de dos electrodos: uno conectado a la corteza motora del cerebro y otro a la corteza sensorial. La diferencia con otros experimentos similares estriba principalmente en que esta mano tiene sensores capaces de detectar presión y convertir esa presión en una señal eléctrica que va directa al cerebro.

Ya se ha probado en un hombre de 28 años que estuvo paralizado durante más de una década tras una lesión en la médula espinal. Una de las pruebas que le realizaron consistió en vendarle los ojos mientras el médico le tocaba los dedos de la prótesis. Los resultados mostraron que con casi un 100% de exactitud el paciente supo qué dedo le estaban tocando, incluso cuando le tocaban dos al mismo tiempo. Aunque todavía hay mucho camino por recorrer, como por ejemplo sentir texturas, este avance supone un gran paso para el mundo de la medicina protésica.

Seguiremos informando…

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